jueves, 7 de junio de 2012

Desmiento bastante que una buena parte de la redacción de Clarín haya repudiado a mi representante


Ayer, mi hombre en Clarín, el Dr. Kirschbaum, se dispuso a llevar mi mensaje a la Redacción. Un mensaje en el que, aprovechando el Día del Periodista, yo les informaba a mis soldados de la pluma mis puntos de vista sobre el oficio y les imponía mis criterios para la manera de ejercerlo. Pero hete aquí que, cuando mi rojizo, mínimo y dubitativo lugarteniente estaba por dar inicio a su parlamento, muchos de mis periodistas decidieron retirarse abruptamente. ¿Las razones? Por supuesto, los voceros K aludieron a disidencias internas, resquebrajamientos, guerrillas entre facciones y desmoronamientos generalizados, pero la verdad es mucho más prosaica: compromisos impostergables, cólicos intempestivos y hasta leches en el fuego constituyeron algunas de las razones por la que tantas profesionales resolvieron dar la espalda a mi enviado y, abruptamente, poner pies en polvorosa. A pesar de que la estresante dinámica de la época moderna no deja tiempo a mis escuadrones para compartir más cosas, la familia Clarín está más unida que nunca. Explotadores y explotados, siempre de la mano y por la misma senda.   

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