Ayer, mi
hombre en Clarín, el Dr. Kirschbaum, se dispuso a llevar mi mensaje a la Redacción. Un
mensaje en el que, aprovechando el Día del Periodista, yo les informaba a mis
soldados de la pluma mis puntos de vista sobre el oficio y les imponía mis
criterios para la manera de ejercerlo. Pero hete aquí que, cuando mi rojizo,
mínimo y dubitativo lugarteniente estaba por dar inicio a su parlamento, muchos
de mis periodistas decidieron retirarse abruptamente. ¿Las razones? Por
supuesto, los voceros K aludieron a disidencias internas, resquebrajamientos, guerrillas
entre facciones y desmoronamientos generalizados, pero la verdad es mucho más
prosaica: compromisos impostergables, cólicos intempestivos y hasta leches en
el fuego constituyeron algunas de las razones por la que tantas profesionales
resolvieron dar la espalda a mi enviado y, abruptamente, poner pies en
polvorosa. A pesar de que la estresante dinámica de la época moderna no deja
tiempo a mis escuadrones para compartir más cosas, la familia Clarín está más
unida que nunca. Explotadores y explotados, siempre de la mano y por la misma
senda.
Desmiento bastante(...)
ResponderEliminar¡Que frase! Se la afano, mi Señor.
Desmiento todo lo posible V.M.
ResponderEliminar