Si algún día
muero, cosa que no descarto, quiero que mis empleados incorporen ciertas reglas
imprescindibles a la hora de practicar el periodismo independiente. He aquí,
por tanto, mi decálogo, que me sobrevivirá –si efectivamente soy mortal- por
los siglos de los siglos y guiará a los periodistas hacia la excelencia. Aquí
lo tiene, amigo lector.
1-
Ser
soldado de la verdad. Ser capaz de matar por la verdad o, al menos, de herir o
rasguñar por ella.
2-
Ser
rabiosamente independiente de los poderes de turno. Y si no es posible que sea rabiosamente, que sea
independiente a secas. Si tampoco eso es posible, bueno, qué va a hacer…
3-
Ser
un apasionado del trabajo y de la perfección. Y un obsesivo del detalle. Por
supuesto, siempre y cuando haya tiempo: si no lo hay, que es lo que ocurre la
mayor parte de las veces, se deben hacer las cosas rapidito y como salgan.
4-
Tener
la capacidad y el desparpajo necesarios para calificar de “polémico” todo lo
que atenta contra los intereses de la empresa empleadora.
5-
Chequear
cada información ultrasensible por lo menos dos veces en Google.
6-
Abjurar
de la perfección en el lenguaje. Lo que interesa es el contenido, la operación,
la ficción, el mensaje destitutorio y no tanto la forma.
7-
Saber monopolizar la atención del lector,
espectador o radioescucha. Monopolizar es un arte mayor.
8-
Tener gran inventiva.
9-
Pensar
siempre en la gente. Y entiéndase por gente la jerarquía y accionistas de la
empresa empleadora.
10-
Los
hechos no existen: sólo existen las interpretaciones antojadizas y retorcidas.
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